UN SUEÑO HECHO REALIDAD

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Hoy tenemos el privilegio de publicar el relato ganador del II Concurso de relato corto de Urrike Liburudenda, en la categoría de menores de 16 años. El autor se llama Xabat y tiene 9 años, además de una imaginación desbordante, curiosidad y un gran gusto por la lectura. Esperamos que disfrutéis con su relato tanto como nosotros, merece la pena conocer qué es para él Un sueño hecho realidad. ¡Gracias Xabat y enhorabuena!

 

UN SUEÑO HECHO REALIDAD

 

Esta historia es la de un niño de 10 años que se llamaba Xabat al que le gustaba la naturaleza. Quería tener una iguana ya que le gustaban mucho los animales, ese era su sueño. Junto con él y su familia vivían: un pájaro, tres tortugas, ocho peces y un perro, pero su gran sueño era vivir con una iguana.

Era un día de primavera, llovía fuertemente, Xabat y su hermana pequeña hicieron un barquito de papel para comprobar el tiempo que aguantaba en el agua sin deshacerse.  Ella cogió un walkie talkie para comunicarse durante el experimento. Xabat con otro walkie talkie, dejó el barquito sobre el agua que iba por delante de casa en forma de pequeño riachuelo. Comenzó a correr detrás de él para ver hasta donde llegaba. Tanto corrió y durante tanto tiempo que cuando se dio cuenta estaba en el  mar. De repente se oyó un grave sonido y una gran ola gigante se abalanzo sobre  él  arrastrándolo mar adentro.

Al día siguiente se despertó en la arena de una isla. Intento llamar por el walkie talkie pero nadie contestaba… entonces dijo: -“mi ama, mi aita, mi hermana, mis mascotas,..  NOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!

Después del susto inicial, del miedo a lo desconocido, decidió adentrarse en la isla para ver que podía encontrar de utilidad para poder volver a su casa. Al cabo de un tiempo después de caminar y ver que no tenía salida construyó una cabaña con bambú y recolectó hojas e insectos comestibles.

– “¿Cómo me hidrataré, qué beberé? Se preguntó. Cogió una piedra y empezó a excavar un pozo de dos metros hasta que salió agua y se llenó. Fue recolectando cocos y cualquier fruto que le pudiera servir para comer. Mientras exploraba encontró una gran madriguera, era tan grande la entrada que se podía meter dentro, se adentró y había dos túneles. Avanzó  por el izquierdo unos dos metros recto, otros tres a la derecha hasta encontrar una habitación abandonada de algún animal. Pensó que ese sería su “escondite” y empezó a meter toda la comida que había estado recolectando, no se olvidó de las hojas para dormir y su afilada piedra.

Llegó la tarde, estaba tristemente mirando la puesta del sol y de repente escuchó  a unas iguanas metiéndose en su madriguera, pero no iban por el túnel de Xabat, se fueron por el derecho. Xabat les siguió y descubrió que eran iguanas de Fiji y entonces se dio cuenta de que estaba en las islas Fiji. Así fue como supo dónde se encontraba.

Instantes después….mientras estaba mirando desde la entrada de la madriguera unas nubes negras taparon el cielo y Xabat se dio cuenta que se aproximaba una fuerte tormenta. Rápidamente comenzó a llover destrozando la cabaña, una de las piedras redondas que sujetaban las cañas se cayó, empezó a rodar y se aproximaba a la madriguera de Xabat… ¡¡¡¡punnnn!!!! la piedra bloqueó la entrada.

Eran las nueve más o menos, Xabat estaba triste, tenía frío y echaba mucho de menos a su familia… Volvió a acordarse del walkie talkie. Intentó llamar de nuevo pero no tenía señal. Seguía abatido pero nunca pensó en rendirse, tenía que encontrar la manera de volver con su familia.

Poco a poco acurrucado se fue quedando dormido. Cuando se despertó notó algo suave entre su cuerpo, al abrir los ojos gritó: ¡¡¡¡¡Ahhhhh!!!!

Las iguanas eran las que lo estaban rodeando y eran las que pegaban rasponazos a la piedra que bloqueaba la salida porque querían irse. Se dijo: “tranquilo, tranquilo no son mas que iguanas”

– Fuera, venga ,venga… ¿por qué no se mueven?, se preguntó. Espera, igual es mi amiga.

– Un momento, voy a espantar las otras “!!!fueraaaa!!! fueraaaa!!!” Las otras cuatro se fueron corriendo hacia su madriguera, excepto su nueva amiga, a la que llamaría a partir de entonces Iguanita.

Pasó el tiempo y Xabat e Iguanita vivieron en la isla los dos juntos. Iguanita ayudaba a Xabat a no sentirse solo ya que siempre estaba a su lado protegiéndole en todo momento. Pero aunque estaba muy contento con ella pensaba continuamente en su familia. “Tiene que suceder un milagro” se decía.

Uno de esos días en los que estaban jugueteando por la isla se encontraron con una gran aldea abandonada que hasta ese momento no habían visto. Despacito, sigilosamente se acercaron para descubrir si estaba habitada.  Todo estaba cubierto por la vegetación.

-Iguanita ten cuidado y no te vayas a ningún sitio, le susurraba Xabat. Vio que  algo se movía entre la vegetación y las casas. Para su sorpresa una niña salió de la vegetación, aproximándose hacía ellos como si los viera a pesar de que estaban escondidos. Al  llegar a donde ellos les dijo:

– Hola Xabat e Iguanita, soy Ane. No os asustéis, no quiero haceros daño. Hace tiempo que os observo sin que vosotros lo notéis. Yo vivo en esta isla, con mi familia y otras personas.  Pero nosotros somos esclavos de los indígenas de esta isla. Nos atraparon durante la guerra y yo nací aquí. ¿Dónde están tus padres?

Xabat le contó su historia y su desesperación por volver con ellos. No sabía cómo había llegado hasta allí y tampoco como podía salir.  Lo único bueno que había en toda su historia era la amistad que había entre Iguanita y él.

Planearon escapar juntos, su familia también.  Ella se lo contó a sus padres y él se fue con Iguanita a su parte de la isla.  Quedaron delante de su guarida para intentar escapar.

A la noche siguiente allí estaban todos preparados.  Eran seis en total contando a Iguanita y otra Iguana de Ane.

El padre de Ane les contó que conocían un pasadizo secreto que estaba debajo del único volcán de la isla.  Ellos no se habían atrevido a ir nunca pero ahora estaban animados a intentarlo junto a Xabat.  Así que rápidamente se pusieron en marcha. Después de un largo y duro camino llegaron a su destino: el volcán.

El padre de Ane dijo:

– Hay que meterse en el interior del volcán, es un volcán inactivo. No hay peligro de quemarse pero no sabemos con que nos vamos a encontrar.  Además iremos muy rápido y tendremos que permanecer callados y juntos durante el viaje.

Se miraron entre ellos y decidieron que Xabat sería el primero en entrar.  Uno detrás de otro fueron adentrándose en el volcán.  Al llegar al fondo, la pendiente era muy grande, parecía como si fuesen montados en el tren bala.

Todos gritaban fuertemente con  los ojos muy cerrados y agarrados entre sí.  Al cabo de unos minutos pararon bruscamente, estaban delante de una puerta. Al abrirla se encontraron unas escaleras. Xabat las reconoció, eran las escaleras de su casa.  ¡¡¡Estaban en su casa!!! Todos sus amigos y su familia estaban esperándolo porque era el día de su cumpleaños.  Al verlo entrar se oyó un gran  ¡¡¡FELIZ  CUMPLEAÑOS!!!

Lo  abrazaron y lo besuquearon, lloraron todos juntos. Le regalaron millones de cosas. Pero el mejor regalo era estar de nuevo juntos.

A partir de ese día Xabat y Ane nunca se separaron, vivieron todos juntos, con sus familias y sus iguanas.  Su sueño se había hecho realidad.

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